Los primeros momentos tras una pérdida de empleo (I)

Quizá aún nos falta estar preparados, por cultura, por formación, para saber cómo afrontar realmente una desvinculación de un puesto de trabajo.

En nuestra forma de pensar, somos lo que  hacemos y nuestro trabajo es una tarjeta de presentación social y un referente para nuestra propia autoestima.

Cuando perdemos un trabajo y en los primeros momentos,  muchas veces todo esto se destruye. Puede haber una situación de shock, legítima, de la que a continuación la pregunta que nos aparece es: ¿ Y qué le digo a la pareja, a la familia, a los amigos?.

Y este es un buen primer paso: el construir un  discurso objetivo, sobre hechos, de la situación y de las líneas de actuación inmediata,  nos ayudará a asimilar nuestra propia la situación y a enfrentarnos a su comunicación  a nuestro entorno más cercano.

A partir de este momento seremos referentes de una forma de actuar ante una situación para que no tenemos mapas: es importante que nos vean más ocupados que preocupados.

Y esta es buena parte de la clave: la actividad productiva.

Tras la desvinculación, aparece un vacío de tiempo importante ya que aquello que ocupaba nuestra esfera laboral cotidiana,  desaparece. Existe entonces el riesgo de emplear este tiempo con todo un mundo de actividades que, relegadas por el trabajo diario, ahora parecen tener su oportunidad.

Poder ocurrir entonces que ciertas actividades que pertenezcan a esferas más cercanas a un tiempo de ocio o de familia, tomen relevancia ocupando un espacio en la jornada que correspondería a las  propiamente de profesionales. 

Si esto fuese así, quizá,  estaríamos empleando un tiempo con posibilidades  productivas, en actividades que tal vez no nos ayudarían a superar nuestra desvinculación del mundo laboral.

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